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Humor

Proclama #1

Crónica de una causa improbable

En estos tiempos absurdos he comprobado que con un mínimo de talento cualquier persona se puede hacer pasar por cuerda, en vista de eso, yo, como representante supremo , reclamo el derecho de mis antepasados, los habitantes ancestrales (400 años nos hacen ancestrales)  de las montañas Tachirenses quienes a nombre de su Majestad tomamos como una extensión de la madre patria y para cumplir como servidores de la católica majestad residida en el Rey , lo que nos hizo representantes de la corona y del dios de los pobres con el sagrado deber de cristianizar esta tierra inculta , reclamamos el derecho de nombrarnos ibero descendientes tal como otras razas reclaman su origen como reivindicación por su estado de ser víctimas del racismo, hago valer el mismo derecho que ellos para emprender acciones que conlleven al justo reconocimiento de mi causa. Por favor lea el texto íntegro a pesar de sus pruritos de lo políticamente correcto, este articulo pretende demostrar  el absoluto ridículo de algunos movimientos  libertarios del siglo XXI

Ante la avasallante carrera por exhibir banderas de protesta sobre causas exóticas he decidido sumar mi voz para hacer del mundo un sitio más amable para todos, en pro de la justicia debo levantar mi voz para exigir justicia sobre el daño moral que ha cargado mi pueblo desde tiempos antiguos bajo el yugo temible primero de la corona española que bajo engaño nos abandonó a nuestra suerte, luego, de otros advenedizos que a costa de su fuerza dejaron a mis ancestros en la calle sin tomar en cuenta que fueron gente de trabajo y tesón, emigrantes legales que no hicieron más que engrandecer este país con compromiso honrado.

Hace quinientos años el primero de mi estirpe llego a Venezuela sin un céntimo en su cartera, a pesar de tener la tez blanca y los ojos azules pronto se sumó a sus iguales en la tarea de sembrar las montañas andinas de cafetos gracias a ellos comenzó a brotar una fortuna labrada a mano, el tátara nieto de este , en el siglo XVIII construyó la primera escuela pública en aquellas montañas andinas para que los hijos de sus vecinos aprendiesen las primeras herramientas con las cuales en un futuro no muy lejano pudiesen encargarse de los negocios familiares en aquellos años duros donde la agricultura y la ganadería era oficio de gentes fuertes a las que las agarraba la mañana en el campo y la noche en su casa, sin grandes vicios ni más norte que el trabajo duro cada mañana. A principios del siglo XIX la fortuna familiar comenzó a mermar, eso debido a la exigencia del distante, su católica majestad, el Rey Fernando VII quien designó a unos abominables agentes de una tal compañía guipuzcoana para esquilmar un alto porcentaje de las ganancias que ellos tan duramente crearon por su duro trabajo. Este distante Rey se quedaba con el sesenta por ciento de todo como impuesto real sin que tuviesen como defenderse de este odioso impuesto que los llevó eventualmente a la ruina, tan feo fue que aquel bisabuelo tuvo que vender sus esclavos para encargar a la familia en pleno a labores que no estaban permitidos a su raza.

Este ancestro envió a dos de sus hijos a estudiar en España de donde se suponía eran connacionales, uno de ellos murió ahogado gracias a las balas de un corsario Inglés cuando atravesaron el caribe rumbo al puerto de Veracruz , el otro , luego de todos desplantes sufridos por los que hasta ese momento consideró sus iguales, todos los señoritos que le hicieron el feo por ser “blanco de orilla” solo al escuchar su acento era inmediatamente rechazado de todos los aforos sociales, fueron los años que conoció al joven Simón allá en Madrid con quien intercambió opiniones, haciendo el compromiso de hacer pagar a la corona española el negarse a reconocer a sus colonos tan blancos como ellos mismo. El racismo ilógico designado por el lugar de nacimiento de esos dos ilustres retoños de familias blancas de Venezuela que años más tarde logró aquella promesa hecha en la sala del burdel real, siendo oficiales del despiadado ejército republicano. Mi antepasado murió a manos de los odiados soldados que representaban al Rey, siendo fusilado sumariamente como traidor a la corona con el alevoso cargo no solo de estar en rebelión si no de repartir rangos militares según la cantidad de cabezas españolas presentadas como aval de su fanatismo , siendo posible pasar de don nadie a general si has asesinado a veinte enemigos decapitándolos para aspirar al rango, una cosa de esas que solo suceden en las guerras, lo que en realidad sucedió fue que lo castigaron por no haber nacido en España , purgando el racista mote de Blanco de orilla, como si de una bacteria se tratase, el racismo es terrible.

Los sobrevivientes se quedaron en sus montañas cosechando café, ahora le tenían que pagar una bonificación revolucionaria a los antiguos esclavos por algo que hasta hacia poco les pagaban dándoles techo, comida y hasta educación cristiana a cambio de su trabajo, eran tratados como una familia extendida, unos hijos adoptados a quienes había que meter en cintura de vez en cuando y con métodos duros porque no eran muy inteligentes que se diga, hasta que  llegaron otra vez los políticos para hacernos trabajar además de comenzar a pagar sueldos a quienes antes protegíamos, ahora encima de todo hay que cuidarse de las cuentas con ellos, eso fue una injusticia en contra de las tradiciones, mil años de esclavitud sancionada con beneplácito no solo por nuestros reyes , también por el Papa en su alto sitial como representantes de dios, esa doble bendición les permitía a los honrados agricultores poder tener en producción sus valiosa tierras desde que se las adjudicaron a los primeros propietarios quienes se ganaron el honor luego de años de arriesgar su vida al servicio de la corona en contra de los infames malvados aborígenes que los odiaban también por ser blancos en aquella época ser di diferente color o lugar de nacimiento era muy mal visto.

Luego de la desgracia acaecida por el racismo español que no permitía que  los tratasen como iguales , la familia decidió que los próximos candidatos para una educación formal debían ser formados en los afamados internados ubicadas en la ahora llamada Bogotá, antes Santa Fé donde no tenía cabida el racismo , ahí los trataban según la dignidad de su raza, tal como corresponde a los descendientes de blancos de castilla como todos ellos, la última afrenta que sufrimos como rechazados por nuestro país fue justo antes de que el padrino de mi bisabuelo, Don Juan Vicente Gómez pusiera en su sitio a los sitiadores centrales que invadieron la sacrosanta tierra de nuestros ancestros con excusas de legalidad, aquellos otros descendientes de los blancos de castilla que por la abigarrada y herética mezcla racial de los nacidos en eso que llamaban centro del país se decían nuestros parientes lejanos pero en realidad no eran más que unos barbaros acostumbrados a la violencia antes que al trabajo, en los Andes no sabían ni de que pertenecían a la misma nación. Desde tiempos del General nos fuimos, como familia, saliendo de las montañas para emigrar al centro del país, aunque ya no nos consideramos blancos de castilla por un asunto de costumbre, ahora somos gochos, ese país distante que pervive en Venezuela por un asunto administrativo.

Luego de muchos años luciendo con orgullo nuestro color de piel y casándonos solo con nuestros iguales para seguir manteniendo el tipo familiar, volvemos a ser parte de las victimas del racismo, los afro descendientes nos hostigan con sus malas caras y las consignas de que somos burgueses como si vivir en La Lagunita en una casa con apenas 1200 metros de jardines nos hiciera culpables más que de trabajar, si a ver vamos mis choznos (el antepasado del primer  tatarabuelo) hasta los bisabuelos tuvieron esclavos bajo la santa aprobación del Papa quien no tenía esclavos porque para eso son los novicios y las monjas, si el representante en la tierra de nuestro señor Jesucristo lo aprueba quiere decir que no es pecado, por otra parte si el Rey lo aprobaba  entonces estábamos ante la doble legalidad por lo que no fue tal crimen, además eso fue hace doscientos cincuenta años y yo no tengo ni la más remota idea de donde están enterrados tan siquiera esos ancestros.

Entonces como Descendientes directos por nuestro puro ADN  de los Blancos de Castilla, exigimos como grupo étnico nos adjetiven de ahora en adelante como Ibero Descendientes con pleno reconocimiento hasta en las actas civiles , también a sus majestades católicas que reconozcan como siervos fieles y nos otorgue el pasaporte europeo además de la nacionalidad como descendientes directos de la madre patria para acceder a la libertad que nos deben desde que nos declararon despectivamente “Blancos de Orilla” privándonos del derecho que nos asistía a tener títulos nobiliarios, quizás hoy estaría escribiendo esto el Marques de Los Olivos que me daría el estatus que nos merecemos luego de tanto racismo en nuestra contra, por otra parte queremos exigir al mundo que nos respete como lo que somos, Blancos Europeos jamás sudacas ni caribeños, de este modo el mundo resarcirá el daño que le han hecho a mi pueblo.

 Así se defiende una causa absurda para presentarla como un drama para ganar adeptos que fabrican locas teorías en base a su creencia sin caer en cuenta de lo estúpido de su proceder a estas alturas del siglo XXI, eso precisamente está sucediendo en todas partes, a pesar de que absolutamente todo este cuento es falso , bien puede ser el símil de cualquier declaración que dé comienzo a un movimiento sedicioso de catires buscando escapar del horror venezolano para “obligar” a los falsos culpables de su pobreza a reconocerlos y quizás hasta sacar un boleto de lotería con pasaporte incluido para ejercer legalmente tu título en un sitio donde cuando menos su sueldo le dará para comer feliz aun siendo infeliz lejos del mar caribe, la única diferencia que debería ser tomada en cuenta es la intelectual, no para hacer el mundo más estratificado, todo lo contrario, es más fácil adquirir cultura que cambiarse la piel, por tanto creerse algo por ser de un color de tez especifico, esgrimir tragedias añejas, sin más mérito que la violencia son un silogismo de la lógica del resentido promedio, un mal que se agiganta con el tiempo, es una lástima que este holocausto del fin del mundo les haya dado poder, no podría imaginar un peor planeta que el gobernado por la idiotez, siempre me imaginé el siglo XXI como algo brillante, tristemente la realidad es otra  .

José Ramón Briceño Diwan

13-06-2020

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