En los primeros dos años, el suministro de ácidos grasos esenciales le proporciona el desarrollo neurológico
Durante la lactancia exclusiva no es obligario darle el bebé ningún líquido adicional a la leche materna, ya que ella aporta al bebé todo lo necesario para su nutrición. La importancia de la hidratación en bebés es de mucha importancia, ya que es la manera de mantener el organismo funcionando adecuadamente.
Importancia en la hidratación
De 0 a 6 meses: los bebés necesitan aproximadamente 700 ml de agua hasta el sexto mes de vida. Esta cantidad de agua es suministrada de la leche materna o de los teteros de leche formulada. Por eso no necesitan tomar agua.
7 a 12 meses: además del tetero o la lactancia materna, la mayor parte de sus alimentos complementarios se preparan con agua o son jugosos, esto quiere decir que tampoco suelen necesitar algún aporte extra de agua, aunque no pasaría nada si mientras comen alimentos que pudieran generar sed (por ejemplo: las galletas), se les ofrece un poco de agua.
En los primeros dos años, el suministro de ácidos grasos esenciales le proporciona el continuo desarrollo neurológico y de factores de protección específicos, que contribuyen a la maduración del sistema inmunológico.
Consejo:
– Los niños suelen sentir sed, así que ellos mismos beberán el agua que necesitan. Si son bebés y no piden «agua», se les ofrece y que sean ellos los que la acepten o los que directamente aparten la cara.
– Agua, se les debería dar frecuentemente a los niños, lo más natural para su organismo, de la misma manera, el uso de tés está contraindicado en los lactantes, por sus efectos tóxicos en sistema nervioso central y en el sistema gastrointestinal. Un ejemplo es el anís estrellado, tampoco se recomienda en las mujeres lactantes debido a que aparece en la leche humana siendo neurotóxico para el bebé y puede tener un efecto estrogénico, que eventualmente disminuye la producción de leche de la madre.
13 a 36 meses: en este periodo los niños deberían tomar unos cuatro vasos de líquidos al día. Esta cantidad se logra sumando el agua que proviene de los alimentos y la que los niños beben.