La edad cronológica del paciente no es determinante para su salud corporal aunque ambas suele coincidir con diversos síntomas
Las personas de edad comprendidas de 60 años o más son especialmente vulnerables a infecciones graves o fatales derivadas del COVID-19 sobre todo quienes tienen padecimientos médicos subyacentes, sin embargo, las cifras también han llevado a los menores de 50 años a subestimar los síntomas, y con eso a sufrimientos y muertes inesperadas. Incluso han fallecido menores de 30 y, esporádicamente, adolescentes.
La edad cronológica del paciente no es determinante para su salud corporal. Si bien es cierto ambas suele coincidir con diversos síntomas (presbicia, mayor fatiga, menor velocidad de desplazamientos), el organismo de cada persona puede hacer que la edad inmune de cada uno sea diferente. Los expertos definen este concepto como “inmunoescencia».
Janko Nikolich-Zugich, médico e inmunobiólogo, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Arizona, explicó que «las personas mayores no son tan buenas para reaccionar a los microorganismos que no han encontrado antes”, de esta manera, detalló en un artículo publicado en Nature, denominado “el umbral de la inmunidad”. donde encuentran el camino para explicar por qué algunos adultos mayores pueden sobrevivir y otros, de menor edad, no tienen respuestas de su organismo para luchar contra el coronavirus.
Primero se debe entender cómo funciona el sistema inmune, dado que nuestros sistemas tienen dos conjuntos de defensas contra virus y otros patógenos: un ejército de células de primera línea, llamados leucocitos, que atacan a los microbios invasores en cuestión de minutos a horas. Y una fuerza de segunda línea de anticuerpos dirigidos con precisión y células T que llegan al frente de batalla varios días después. Son los encargados de darle asistencia a la primera línea y terminar el trabajo: matar al virus.
Mientras llegamos a una edad más adulta, el cuerpo tiene menos células T para combatir los virus. Esto no sucede solamente a partir de los 50 o 60 años: en la pubertad ya se producen diez veces menos células T que en la infancia, advierte Nikolich-Zugich. Y a los 40 o 50 años, hay otra caída similar en la “fábrica de inmunidad”. “Simplemente tenemos menos soldados tratando con atacantes que nunca hemos experimentado antes”, dijo Nikolich-Zugich.
Otro cambio relacionado con la edad complica a las células T
Existen otras células que reconocen a los invasores y envían a otras, llamadas “asesinas naturales» a destruir la mayor cantidad de virus posible apenas comienza la infección. Cuando esta información llega a las células T, Nikolich-Zugich explica que la orden que reciben es muy clara y dice: “Aquí está el virus, este es el enemigo, debes producir compuestos que lo maten”. La orden no llega con claridad a las células T, sino que éstas reciben el equivalente biológico de un murmullo indescifrable. Cuando pueden decodificar la información es demasiado tarde y su aporte resulta insuficiente para salvar al organismo de la infección, por que queda en evidencia que el paso de los años reduce la claridad en ese mensaje, la comunicación (entre células) no funciona tan bien a medida que envejecemos» señaló el médico.
Por su parte, el gerontólogo George Kuchel de la Universidad de Connecticut, Estados Unidos de América, informó que “No es solo la edad cronológica lo que determina cómo se hace frente a una infección potencialmente mortal como Covid-19”, añadiendo que «tener múltiples enfermedades crónicas y fragilidad es en muchos aspectos tan o más importante que la edad cronológica. Una persona de 80 años que por lo demás es saludable y no frágil podría ser más resistente para combatir las infecciones que una persona de 60 con muchas afecciones crónicas».