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El clamor por el agua en Caracas no cesa y se agrava la situación

Los ciudadanos en la capital se ven afectados por el suministro irregular del vital líquido, muchos se las ingenian para obtenerla, otros se resignan

La vida en Caracas por la falla constante de los servicios públicos es agotadora. Las historias son interminables, los ciudadanos protestan por irregularidad del suministro, hay quienes llevan días, otros semanas y hasta meses sin recibir el vital líquido. Claman por soluciones a esta problemática tan básica como necesaria.

Los ciudadanos se la han ingeniado para adquirir el vital líquido- Foto referencial

Ante estas irregularidades, el gobierno de Nicolás Maduro tomó la medida de adquirir unas 252 cisternas para surtir a más de la mitad de la población, cosa que para muchos en insuficiente, las personas esperan una solución definitiva para esta crisis.

Se conoció que en los próximos meses se haría la compra de otras 1.000 cisternas, que de manera provisional seguirían atacando el problema, pero no la raíz para paliar la realidad que ya es más que “común” en los demás estados del país.

Recientemente, cuando comenzaron a surtir las cisternas a las comunidades caraqueñas, se mostraba en las gráficas cómo era un desastre el método de entrega, no se respetaba ningún protocolo sanitario para prevenir la propagación del Covid-19, ni mucho menos el distanciamiento social que se requiere en este momento. Lo que se traduce en un riesgo más para la población vulnerable.

Cabe destacar, que el agua ahora es más necesaria que nunca para prevenir y combatir el contagio de coronavirus, el lavado de las manos es primordial de acuerdo a lo planteado por la Organización Mundial de la Salud (OMS); es entonces, donde los venezolanos se manejan entre la indignación, la resignación y el ingenio para conseguir algunos litros.

Las protestas por el agua no han cesado- Foto referencial

Los indignados

En medio de una manifestación por las fallas del agua, Yeny Acosta le cuenta a la cadena EFE: “Mi día a día, ¿sabes a qué me dedico?, a cargar agua todos los días, a salir de mi casa todos los días a lidiar con el agua, la comida, la carencia que estamos viviendo”.

La ciudadana caraqueña llevaba por lo menos 45 días sin agua en su casa cuando, lo que la llevó a salir a la calle. Indignada por la situación, dice que este problema es una burla y una humillación.

Los resignados

En Petare, Alexander, termina de llenar sus recipientes en un riachuelo. En su casa, no solo le afecta el agua, también el suministro eléctrico y de gas doméstico pero nada -insiste- “afecta tanto” como la sequía.

Afirma, que lo que va de 2020, nunca ha corrido el agua por las tuberías de la vivienda de este padre de dos pequeños, que entonces se dedica a cargar, casi con frenesí, tantos bidones como pueda cada día para que su familia, que incluye a una abuela de 78 años, pueda «medio asearse».

El fluido de este escueto caudal “no sirve para comer” (cocinar y beber), o al menos así lo cree Sara Berroeta, otra asidua visitante del riachuelo que se queja, además, porque las cisternas que el Gobierno envía eventualmente a su barrio no llegan hasta su zona, que es de las más alpinas.

Alexander y Sara no cortan calles en protestas, tampoco reclaman que les devuelvan, porque nunca lo tuvieron, el cronograma de suministro que fue aplicado desde 2014 a zonas residenciales y que suponía al menos tres días a la semana con agua en los grifos. Ellos simplemente van al río «a la buena de Dios».

Los ingeniosos

Sin ninguna intervención del Estado, una comunidad caraqueña tomó las tuberías abandonadas en un túnel que el Gobierno dejó inconcluso hace años y consiguió que un manantial que pasaba por allí terminara saliendo por sus lavamanos, duchas e inodoros.

Es por ello, que Geisa Fernández, una contadora de 25 años, explica que el éxito de esta iniciativa ha sido tal que algunas personas, de barriadas adyacentes, han querido entorpecerlo y han causado daños al sistema de tuberías que los mismos vecinos armaron en el año 2018.

Pero ni ella ni sus paisanos se amilanan. En vista de un reciente sabotaje, una veintena de hombres y mujeres decidieron reforzar la seguridad de las tuberías, aunque para eso tuvieran que llenarse de lodo o adentrarse en la oscuridad dentro del túnel para asegurar que el agua que toman es la más cristalina del manantial.

Aunque hasta ahora solo algunas casas reciben el fluido en sus grifos, estas viviendas sirven de distribuidoras para cientos de familias que a diario llenan allí sus bidones sin necesidad de caminar kilómetros.

Con información de EFE

 

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