Conoce más sobre esta reconocida artista peruana en una entrevista exclusiva con Geraldine González Longet
Reconocida por sus actuaciones en telenovelas como «Prisionera», «Victoria», «Dama y Obrero», «Tierra de Reyes» (Telemundo), «La Hija Pródiga» (TV Azteca), «Nuestra Historia» (TV Perú), «Gata Salvaje», «Secreto de Amor», (Venevisión) y otras producciones, de la mano de la industria del cine y el teatro.
Peruana de nacimiento, pero con la mirada puesta en la internacionalización, desde niña. Diana llegó a México —hace casi treinta años— para conquistar las grandes pantallas y el corazón de los televidentes. De esa manera, ha venido interpretando personajes que han dejado huellas en sus admiradores.
Sin filtros, directa y con la sencillez que la caracteriza, conversamos acerca de sus inicios, trayectoria y proyectos en puerta, conversación en la que hizo presencia el valor del trabajo arduo en su vida.
¡Hola, Geraldine!
Antes que nada, agradecerte que tengas interés en entrevistarme. Siempre, será grato contestar preguntas que me hacen, con interés de conocer más de mí.
Antes de empezar a hablar de tu trayectoria como actriz, ¿quién es Diana, fuera de las telenovelas?
«Diana —fuera de las telenovelas— es una mujer de 59 años que ya tiene su primera vacuna y vive con un gato llamado Dolor, en un mini departamento lleno de plantas y muchos colores, en la ciudad de México».
Diana, iniciaste tu carrera artística a corta edad. El primer empleo nunca se olvida. ¿Recuerdas cuál fue tu primer trabajo? Háblanos un poco de eso.
«El primer empleo… pues, mi primer trabajo fue en la época del colegio, un emprendimiento de ventas de alfajores. Los vendía en el colegio. En ese entonces, en el colegio no había kiosko de ventas de nada y uno tenía que llevar desde casa su comida y snack. Estaba prohibida la venta y el colegio era bastante estricto (solo mujeres).
La escuela quedaba al tope de una colina de arena, en el distrito de la planicie, en la ciudad de Lima. En el invierno, hacía mucho frío y yo me ponía un poncho largo, con mi caja de alfajores bajo la tela roja y anunciaba, casi en secreto, mis alfajores. Las chicas nunca tenían dinero porque la venta estaba prohibida, entonces, me pagaban con aretes y pulseras, en garantía de pago a fin de mes. Claro, las prendas valían mucho más que mis alfajores. Yo las convencía de que, como valían más sus prendas, podían hacer pedidos hasta fin de mes y ahí me podían liquidar, que —para más seguridad de que iban a tener sus prendas de regreso— me podían dar solo un arete (eran de oro) para que garantizaran su devolución. Ni para ellas ni para mí.
Así tuve para mi viaje de promoción y mi vestido de la fiesta de graduación. De empleo en el medio, el primero fue de modelo, a los 16 años de edad, y de asistente de producción (ya que estudiaba cine), sin dejar de ser modelo».
Has trabajado en telenovelas, en cine y en teatro, pero también te ha tocado rebuscarte de otras maneras. Tengo entendido que te tocó hasta vender café de puerta en puerta. ¿Cómo afecta eso en el ego de alguien que es figura pública?
«Lo de los trabajos —después de que uno ha salido en la tele— son tan complicados como tú los quieras ver porque, después de todo, eres una persona normal que necesita comer y pagar tus biles. Sí, he trabajado hasta vendiendo café, de contadora en una oficina médica y me despidieron 2 semanas después porque se dieron cuenta de que no sabía nada.
Tu pregunta va por cómo se afecta el ego… Fíjate, yo tenía que trabajar sí o sí. A mí me toco mantener a mi hija yo sola, entonces, me enteraba de vacantes, en diferentes rubros, y me vestía como tal para conseguir el trabajo como sea, hasta lo que dure porque yo sabía que, tarde o temprano, lo iba a dejar, si me salía algo de actuación. Así que, para mí, el ego al comienzo no importaba mucho. Lo importante era tener con qué alimentar a mi hija, en los primeros momentos. Ya cuando todo encajaba, entraba en una rutina de horarios, me comenzaba a aburrir y ahí sí me venían las preguntas típicas de por qué a mí. Antes no».
Aparte de vender café, hace años, ¿te ha vuelto a tocar trabajar de otra cosa que no sea la actuación?
«Todo el tiempo, a un actor le toca trabajar en otros rubros que no son parte de la profesión porque hemos escogido lo más inestable del mundo, esta frase la decía mucho antes. Pero, actualmente, con el mundo como está, ¿qué es estable? Ja, ja, ja, ja…
Pude desarrollarme como joyera orfebre, terapista de imanes y coach de actores. Lo de joyera ha ido evolucionando paralelamente a la actuación; lo de los imanes ya cuando mi hija estaba grande y lo de Coach, pues, para "cachuelearme" y seguir aprendiendo con actores más jóvenes. Es como volver a confrontarme con los miedos e inseguridades del comienzo de la carrera, pero a través de otras personas».
Confieso que te conocí, a través de "Victoria". Yo estaba muy niña, para ese entonces, pero tu personaje era uno de mis favoritos. De todas las novelas en las que has estado, ¿cuál te dejó mayor satisfacción? ¿cuál te marcó más?
«De las telenovelas que he hecho, «Prisionera» fue la que me internacionalizó; "Victoria" ha sido la que más han repetido y, por lo tanto, más gente me reconoce y "Dama y Obrero" fue en la que más intervenía el director, por ser mi personaje una mujer débil».
¿Qué papel ha quedado pendiente por hacer?
«El papel que queda pendiente hacer… ¡¡¡El próximo!!!»
¿En qué tipo de proyecto te gustaría participar?
«Me gustaría poder participar en todos los que pueda».
Entre hacer novelas, teatro y cine, ¿qué te apasiona más?
«Me apasionan todos y en este orden: teatro, cine y televisión.
El teatro te forma, te recuerda el oficio; el cine te da la alfombra roja, el glamour, te lleva a conocer gente muy interesante en la profesión; la televisión es o era como una fábrica, donde hay que tener oficio, conocimiento y glamour para entrarle, y rápido, porque ahí el tiempo vale mucho dinero».
El medio artístico es muy competitivo. No suele ser fácil incursionar en un proyecto. ¿Cómo ha sido para ti? ¿qué ha sido lo más difícil que has tenido que vivir?
«Lo más difícil para mí —en esta profesión— es entender que no depende de mí, que no tiene nada qué ver con mi talento, si no me contratan. No soy yo. Cuando uno entiende finalmente eso, está tranquilo. Siempre es lo que los productores buscan y hasta que uno realmente entiende la frustración de no tener el empleo, desaparece».
Como venezolana, con familia venezolana – peruana, no puedo dejar de preguntarte por tu país. ¿Cómo ves el contexto político de Perú?
«El contexto político de mi país lo veo como una extranjera, realmente. Ya tengo casi treinta años que vivo afuera. Es mi país, pero el día a día no lo vivo. Sí sé lo que sucede y estoy enterada, ya que sigo las noticias. Lo que yo te pueda decir es algo que observo desde lejos y creo que no es justo porque yo estoy cómoda desde aquí y no lo estoy viviendo».
¿Volverías a Perú?
«De volver, sí traté de hacerlo para que mi hija estudiara su último año escolar y yo volver a conectar con el teatro, pero el teatro no puede pagar matrículas ni pensiones escolares y las producciones televisivas no eran más de tres, al menos en ese momento. Entonces, nos volvimos a ir. Mi vida gira alrededor de mi trabajo y aquí, en México, la oferta es muy extensa».
Retomando el tema de tus proyectos, para culminar, ¿qué planes tienes para lo que resta del año? ¿en qué te veremos?
«En este momento, estoy haciendo una participación con un personaje muy interesante porque siempre está al borde o al límite. La novela se llama "Parientes A La Fuerza" y mi personaje, Michelle Bonet. No lleva nada de maquillaje mi personaje, así que es super diferente a lo que están acostumbrados».
Un mensaje para Venezuela:
«El mensaje para ustedes, señores lectores, es que ¡el sol sale para todos!, así que depende de uno cómo quiera vivirlo. Si sonríen, los problemas no desaparecerán, pero serán más llevaderos. Saludos, amigos».
Ha sido un placer conocer un poco más de ti, Diana. Muchas gracias por tu receptividad. Éxitos y bendiciones.
Entrevista: Geraldine González Longet / @Geraldinelonget