El organismo asegura que a pesar de contar con suministros para la atención de las personas vulnerables, sus equipos corren riesgos
La violencia que se desató en Haití como consecuencia del magnicidio del presidente de la nación, Jovenel Moise este 7 de julio, supone un gran desafío para las labores de ayuda humanitaria del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
«A Unicef le preocupa profundamente que una mayor violencia e inseguridad tras el asesinato del presidente de Haití, pueda plantear serios desafíos para el trabajo humanitario de nuestros equipos sobre el terreno y su capacidad para llegar de forma segura a los niños y las familias más vulnerables», indicó el organismo a través de un comunicado.
Unicef aclaró que a pesar de contar con suministros para salvar vidas, la inestabilidad política podría frenar la entrega y reposición de artículos.
«Unicef está alarmado por la terrible situación humanitaria de los niños y las familias en Haití, que se ha deteriorado rápidamente desde principios de este año. Solo en los primeros tres meses de 2021, el número de admisiones de niños con desnutrición aguda grave en los centros de salud de Haití aumentó en un 26% en comparación con el año pasado», reza el documento.
Cerca de un tercio de los niños haitianos, requieren ayuda humanitaria por la violencia entre bandas armadas que se disputan el control de los barrios más pobres de Puerto Príncipe.
Esto sin contar, el limitado acceso al agua potable y el impacto de la pandemia del COVID-19 al sector económico ya agonizante.
«Unicef insta a poner fin a la violencia de las pandillas en Haití y pide un paso seguro para llegar a las familias con asistencia humanitaria en las áreas más afectadas de Puerto Príncipe», indicó.
Unicef necesita 48,9 millones de dólares este año para cubrir las necesidades de 1,5 millones haitianos, entre ellos más de 700.000 niños.
La atención en Haití, se realiza en gran parte «sin fondos, con solo el 31% del dinero necesario disponible».
Jovenel Moise, fue asesinado a la 1:00 am por un grupo de hombres armados que irrumpieron en su vivienda, ubicada en el barrio de Pelerin, Puerto Príncipe.
Su esposa, la primera dama, Martine Moise resultó herida y recibe atención médica en Miami, Estados Unidos (EEUU) mientras sus dos hijos resultaron ilesos.