William Serafino del Instituto Samuel Robinson, da su opinión sobre los hechos que agudizaron la tensión entre Venezuela y Colombia
Desde el pasado 21 de marzo, la tensión entre Venezuela y Colombia se ha intensificado, debido a los enfrentamientos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) con grupos colombianos irregulares vinculados al narcotráfico, tal como lo asegura el Gobierno de Nicolás Maduro que definió la operación como Escudo Bolivariano.
De acuerdo a la versión oficial del Estado venezolano, grupos armados pretenden ingresar al país desde Colombia, nación que ante el panorama reforzó sus fronteras.
«Se han utilizado minas antipersonas y se han quemado las casas de los habitantes de La Victoria en Apure, como una acción de provocación que busca un casus belli», aseguró para Sputnik, el politólogo William Serafino, investigador del Instituto Samuel Robinson (ISR).
Explicó que la «relación simbiótica entre el Estado colombiano y el sicariato» promovió un «desplazamiento de estos grupos» a la zona fronteriza, panorama que forma parte de la «reestructuración del negocio del narcotráfico».
«Es difícil distinguir entre unas autodenominadas disidencias de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) los paramilitares y los narcos», agregó, haciendo referencia a que existe una «fuerte disputa y Colombia no ha tenido una política efectiva para terminar con el conflicto».
Destacó que no descarta la posibilidad de que el nuevo escenario de violencia haya sido planificado por Estados Unidos (EEUU) como parte de su política intervencionista, teniendo en cuenta que los hechos fueron incluidos en los «últimos informes del Departamento de Estado».
A su juicio existe una conexión entre los hechos en Apure y el cambio de Gobierno en EEUU, presidido por el demócrata Joe Biden.
«Según informes del Departamento de Estado de EEUU, hay una estrategia de reflotar la guerra contra las drogas». Acción que podría ser utilizada para intentar desestabilizar nuevamente la gestión de Maduro, manifestó.
Precisó que el asesor de seguridad nacional de EEUU e intervencionista de línea dura, Jake Sullivan y la funcionaria señalada por dirigir varias operaciones desestabilizadoras como la de Ucrania en 2014, Victoria Nuland, son las figuras claves de lo que ocurre en Apure.
Buscan «reconstruir una especie de Yugoslavia e internacionalizar el conflicto», sentenció.