La compra compulsiva es un deseo irrefrenable de adquirir objetos que no se necesitan, un intento de calmar un nerviosismo
Quizá todas en algún momento de la vida hemos hecho compras innecesarias, y la mayoría tenemos algo que nunca nos hemos puesto y de una u otra forma, nos sentimos satisfechos al comprar algo que no necesariamente se requiere para vivir. El problema es cuando esta actividad se vuelve común, casi diaria.
Es por esto que de acuerdo con la psicóloga del Hospital Quirónsalud Donostia, Vicenta Giménez, ocho de cada diez compradores compulsivos son mujeres, un trastorno que está en aumento, además ha asegurado que el perfil corresponde a una mujer de entre 30 y 40 años sin diferencia en clase social y que se inició en las compras compulsivas en su adolescencia.
La compra compulsiva es un deseo irrefrenable de adquirir objetos que no se necesitan, un intento de calmar un nerviosismo, insatisfacción, tristeza, ansiedad o vacío interno. «Es como un intento de comprar felicidad que llene los vacíos internos con objetos externos, que a través de la publicidad y la sociedad consumista dan la imagen de calmarles de bienestar, felicidad y éxito», ha explicado la doctora Giménez. «Las compras no tienen porque ser para uno mismo, siendo habitual en muchas mujeres realizar la compra para los demás«.
Si bien esta cantidad de casos indican que los compradores compulsivos son en su mayoría mujeres con un nivel más elevado de psicopatología, los estudios del HUB establecen por primera vez tres subtipos de personas que sufren el trastorno.
«No se trata de concedernos un capricho o un regalo, sino de la satisfacción de comprar, gastar, sentirse poderosos, con la fantasía de poder tomar decisiones». En ocasiones esta conducta desemboca en un bucle de sentimiento de culpabilidad ante estas compras que acaban en una conducta adictiva, obsesiva y compulsiva, «de la que no se puede salir por sí misma», ha concluido la psicóloga.
El perfil de la persona que padece adicción a la compra es muy similar al del ludópata. Para muchos compradores compulsivos, la compra les otorga el poder de decisión negado en su entorno familiar o laboral.