Vendedores ambulantes de la calle Colombia, violan la Ley de Protección a la Fauna Silvestre, al igual que los compradores
En el sector Catia de la parroquia Sucre, Caracas abunda la venta ilegal de aves silvestres a plena luz del día, bajo la mirada silente de las autoridades.
El costo de los ejemplares varía entre 10 y 50 dólares, dependiendo de la especie.
El biólogo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) Carlos Sánchez, manifestó para El Diario que los animales que se comercializan en Catia se encuentran amenazados por la caza.
En la calle Colombia de la localidad, es común toparse con canarios de tejado (sicalis sp) pericos mastranteros, pericos cara sucia y hasta loros reales. Esto sin contar el amenazado morrocoy sabanero (chelonoidis carbonaria).
“Aunque es común tener loros reales de mascotas, es un delito el comercio de estos psitácidos, ya que de las aves son el grupo más amenazado a causa del tráfico ilegal de especies silvestres”, advirtió el experto para el medio.
La fauna silvestre, es vista solo como mercancía, puesto que los vendedores ni siquiera se preocupan por brindarle cuidado adecuado a estos animales para que sobrevivan fuera de su hábitat natural.
“Es probable que estos animalitos les duren poco tiempo a las personas que los compren, cosa que al vendedor no le importa porque si no se les mueren a él no pierde nada”, lamentó Sánchez, haciendo referencia a que la desaparición de estos animales de su ambiente natural altera el equilibrio del ecosistema.
“Toda especie cumple un rol en su ecosistema, hay especies como el caso de las aves que su rol es el control de insectos (algunos nocivos para la salud humana o para las actividades agrícolas), otros se encargan de la dispersión de semillas o de la polinización necesaria para las plantas. En el caso de las tortugas, en su mayoría son herbívoras y saprófagas, es decir, necesarias para la dispersión de semillas y algunos ciclos biogeoquímicos”, explicó para la agencia.
El llamado es a la población para que no participe en esta actividad ilícita que viola la Ley de Protección a la Fauna Silvestre. Si no hay a quien vender, la caza finaliza.