El mito sobre sus beneficios sigue vigente en la cultura popular, pero en realidad te sorprenderá saber la respuesta
De seguro alguna vez escuchaste que el azúcar moreno, es más sano que el blanco porque no es sometido a excesivos procesos de refinado, pero hasta qué punto esta teoría es realmente cierta.
De acuerdo a investigaciones científicas desde el punto de vista nutricional, la diferencia entre ambos tipos de azúcar no es mucha porque solo proporcionan calorías vacías o aquellas presentes en alimentos con alta energía, pero con cantidad mínima de nutrientes.
Aunque el azúcar moreno integral, es menos procesado y refinado, conteniendo pequeñas proporciones de vitaminas, minerales y aminoácidos provenientes de la caña de azúcar, la realidad es que en el supermercado por lo general se vende el azúcar blanco mezclado con melaza de caña.
En su libro Say No To Sugar (Dile no al azúcar) la nutricionista Katherine Bassford, manifiesta que el azúcar sin refinar tiene «algo de melaza residual, o es una falsificación, es decir, es azúcar refinado al que se le ha añadido melaza para darle color y sabor».
A su juicio, «ya sea crudo, natural, moreno o sin refinar, todos los azúcares tienen el mismo efecto destructivo en el cuerpo».
Explicó -según reseñó Sputnik- que el azúcar blanco posee 99% de sacarosa, mientras el moreno entre 85 y 95%. Razón por la cual su única diferencia es el sabor y no la calidad.
En concreto, el azúcar blanco es más dulce y el moreno, tiene un sabor más intenso y acaramelado.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) es importante reducir la ingesta de azúcar a solo 6 cucharadas por día, es decir, no más de 30 gramos, teniendo en cuenta la predisposición de este alimento al desarrollo de enfermedades como obesidad y diabetes. Esto sin contar que aumenta el riesgo de padecer cáncer.
Fácilmente el azúcar se puede sustituir por miel, canela, melaza de abedul (xilitol) estevia, sirope de agave o fructosa.