Desde hace nueve años, el nombre de este artista se mantiene vigente con el impresionante trabajo en realismo y surrealismo que ha venido realizando
Adrián Rodríguez Araque, conocido por los seguidores del tatuaje como «Adrián Rod», es referencia del arte en piel. Desde hace nueve años, el nombre de este artista se mantiene vigente con el impresionante trabajo en realismo y surrealismo que ha venido realizando
Relatar sus inicios en el mundo del arte es hablar de pasión, entrega e inclinación por los negocios. Es un artista nato que ha ido perfeccionándose a lo largo del camino. Su primer intento fue en la época de adolescencia cuando comenzó a dedicarse al graffiti, además creó su propia marca de atuendos, estudió Diseño Gráfico y varias áreas del Dibujo como carboncillo, lápiz y óleo, para complementar su formación como artista del tattoo.
Al consolidarse como tatuador, se abrió paso en el ámbito empresarial, de la mano de esa pasión que aún sigue intacta. El primer estudio, «Altos Tattoo Studio», es la tienda que le permitió desarrollar su liderazgo hasta llegar a dirigir a aproximadamente doce expertos del arte corporal y recorrer naciones, entre esas, Dinamarca, Suecia, Alemania, Francia, Colombia, Aruba, España e Italia. Actualmente, se encuentra en Madrid, la ciudad española que le abrió las puertas para exponer su talento.
Adrián, háblanos acerca de tus inicios. ¿Cómo comenzaste? ¿qué te impulsó a convertir esa pasión por el tatuaje en un negocio?
«Empecé en este medio de una manera empírica, por un amigo que me prestó unas máquinas de tatuar para experimentar con ellas sobre la piel de varios amigos, en mi casa, sin conocimientos previos ni la comodidad adecuada. Desde entonces, no lo he podido abandonar. Ya es parte de mí. Esto se terminó convirtiendo en algo serio y, al ver que puedo vivir de eso, decidí emprender mi propio estudio en San Antonio de Los Altos, Venezuela, («Altos Tattoo Studio»). En ese proceso, el aprendizaje fue bastante agotador, pero usé esa experiencia como inspiración para viajar y tatuar en estudios de distintos países. Aprendí de muchos artistas y eso me ayudó en mi crecimiento profesional».
De los artistas más destacados de la industria, ¿quién o quiénes te influencian?
«Roberto Carlos Mesa, Mihail Kohut y Darwin Enríquez son colegas tatuadores que admiro mucho, no solamente por ser tan dedicados, sino por la manera como se atreven a retarse, ir por más y llevar las técnicas a lugares pocos explorados. Además, porque son muy críticos consigo mismos (eso me parece esencial). Por otro lado, como fuente de inspiración, tengo a quienes trabajo o estudio. Estoy convencido de que el lugar donde nos desarrollamos tiene que ser un ambiente profesional, sano y de buena energía. La simbiosis entre las personas que te rodean diariamente hace que crezcas tanto profesional como personalmente, sobre todo, hace más fluido el aprendizaje».
Si pudieras resumir un antes y un después de tu trayectoria, ¿qué destacarías?
«Siento que he tenido varios antes y después, a lo largo de estos casi diez años, pero puedo mencionar dos que considero relevantes. El primero, quizás entre 2015 – 2016, en la convención más grande de mi país donde gané un premio en la categoría de «Realismo en Sombras». Fue un antes y un después porque venía de estudiar por mi cuenta, practicando directamente en la piel y siempre buscando perfeccionar la técnica o ser más atrevido con mi propuesta para sobresalir un poco más y, cuando gané ese premio rodeado de los mejores artistas de Venezuela, me di cuenta de que estaba en el camino correcto. El esfuerzo estaba dando resultados. El segundo fue cuando me encontraba en Copenhaguen, Dinamarca, en un estudio que me invitó. Realmente, fui por las ganas de tener experiencias que me permitieran nutrirme de otros expertos. A días de mi regreso, me contactaron por Email, desde el mejor estudio de mi país (Loyalty Tattoo Studio) donde han trabajado los mejores de suramérica. Desde que trabajé allí, dos años aproximadamente, mi nivel de tatuajes y visión acerca de este oficio maduró muchísimo».
En cuanto al trato con los clientes, ¿cómo lo manejas?
«Hace tiempo, entendí que este trabajo demanda muchísimo tiempo y dedicación, desde el primer contacto con ellos hasta la sesión final. Gestionar la atención que requiere cada uno es un trabajo arduo, así que decidí hacer equipo con una mánager. De esta manera, me aseguro de que cada cliente esté bien atendido. A partir de ahí, me involucro 100 % en el diseño y a trabajar en el estudio con tranquilidad, sin pensar que estoy dejando tareas por hacer o personas sin atender».
Por último, ya para culminar, ¿qué consejo les das a quienes están comenzando en este oficio?
«Nada viene fácil y, cuando el camino se ponga difícil, hay que comprender que es parte del proceso. Es muy importante enamorarte de lo que haces, pero mucho más importante es aprender a enamorarte del proceso, más allá de la meta porque, cuando cumples una meta, comienza otra. Sé que con voluntad, disciplina y perseverancia, puedes lograr cosas que ni imaginabas».
Rod disfruta de las obras de artes de reconocidos pintores como Caravaggio, Rubens, Rembrandt, Velasquez, sobre todo, por el hecho de saber que un diseño puede perdurar en el tiempo. Y a eso se dedica: a dejar su esencia en las propuestas gráficas que realiza, para finiquitar un diseño que luego será plasmado permanentemente en la piel. En «Human Fly Tattoo», la tienda de tatuajes donde se encuentra en la actualidad, se dirige hacia un nivel mayor del mercado. El venezolano se perfila para estar entre los mejores de talla internacional, para eso trabaja y se proyecta.
Por: Geraldine González Longet